Hace solo unos días, el Obispo de Jaén decretaba la suspensión de las procesiones penitenciales de la Semana Santa de 2021, así como de todos los cultos externos que tradicionalmente celebran las hermandades en Cuaresma y Semana Santa. Se hacía así oficial un secreto a voces. Por segundo año consecutivo, las cofradías se quedan en casa, con la salvedad de que en esta ocasión sí se plantean alternativas para dotar de cierto sabor cofrade una primavera de incertidumbre.
Sobre la mesa, un concierto de marchas a piano en la Catedral, vídeos para emitir en redes sociales o una exposición fotográfica en Bernabé Soriano, una forma estática y simbólica de poner a las Imágenes Titulares de las hermandades en la carrera oficial. A falta de lo que puedan o quieran hacer las propias cofradías en sus sedes canónicas, se antoja poca oferta.
Hay quienes echan en falta una exposición del patrimonio material cofrade, como se va hacer en otras ciudades andaluzas, y también se echa en falta la presencia de la música procesional y el protagonismo merecido de las formaciones musicales de nuestra ciudad. Es cierto que, recogiendo el ofrecimiento del uso de los museos que hizo la Junta de Andalucía, se planteó una exposición a los hermanos mayores, concretamente, enfocada a los estandartes y gallardetes de las distintas corporaciones. Sin embargo, las propias cofradías descartaron una idea que sí ha cuajado allende de nuestras fronteras y adonde, a buen seguro, más de uno viajará si el Covid-19 lo permite.
Hoy me decía un amigo que hay cofrades y cofradías en modo avión. Sí, como ponemos el móvil, encendidas pero sin iniciativa, como viéndolas venir, algo que personalmente me preocupa, porque en un tiempo en el que no se puede sembrar, se hace indispensable, al menos cuidar y mimar el campo para cuando se pueda volver. Si nos descuidamos, las malas hierbas camparán a sus anchas y habrá terrenos donde ya no vuelva a germinar una semilla cofrade.