No ha tardado en ganarse el corazón de sus vecinos y feligreses, que ya entregados a su Reina de los Ángeles ansiaban tener la presencia de su Hijo en el templo. El crucificado Cristo de las Aguas recorría este sábado 2 de abril por primera vez las calles de San Felipe y La Glorieta, un rincón de la ciudad que empieza a nutrirse de este grupo parroquial.
La talla de Tirao Carpio cruzó el dintel de La Inmaculada y San Pedro Pascual con motivo de un solemne Vía Crucis que llevó a los hermanos de La Lanzada y al resto de la comunidad religiosa en un breve pero emotivo recorrido por los alrededores de la parroquia.
La imagen fue portada sobre los hombros, acercando así el madero de Cristo a los hombres. Además, lució las potencias que fueron presentadas durante su acto de bendición el pasado 19 de marzo.
Con esta jornada histórica, el grupo parroquial de la Sagrada Lanzada pretende seguir cultivando la devoción a sus titulares en un camino que, en cierta manera, ya parece andar solo.