Los archivos de las cofradías y sus fondos documentales, no lucen como la mejor pieza de orfebrería, ni tampoco brillan como los ricos bordados, pero para historiadores, investigadores y cofrades responsables, es fundamental su mantenimiento y conservación, así como la recuperación de aquellos fondos que con el paso del tiempo han ido mermando las estanterías de los mismos. Debemos reconocer pues, que los archivos son la “historia viva” de nuestras hermandades. Libros de actas, libros de cuentas, libro de cofrades, estatutos y actas fundacionales, correspondencia, boletines, devocionarios, balances económicos, inventarios, bulas, o fotografías de antaño, son la mirada al pasado de aquellas cofradías centenarias.
En ocasiones, nos encontramos lagunas importantes provocadas por la ambición coleccionista de cofrades que con la premisa de “éste documento o fotografía está mejor en mi casa que aquí”, han ido socavando un patrimonio valiosísimo por su interés, y que en infinidad de casos podrían haber sido utilizado como fuente bibliográfica para la realización de tesis doctorales o profundos trabajos de investigación. Otro hecho que ha provocado la merma en nuestros archivos, es el no haber tenido hasta tiempos recientes casas de hermandades para ubicar los mismos, produciéndose por tanto un peregrinaje constante entre los domicilios de los diferentes secretarios. Es triste comprobar como documentos acaban en viejas librerías o anticuarios, con lo fácil que hubiese sido su reproducción en cualquier copistería o imprenta.
Nos falta formación y no sólo la espiritual, sino una formación que nos ayude a valorar y apreciar las joyas que existen en nuestros archivos. En definitiva concienciación, porque un archivo no es un lugar que sirva para almacenar elementos propios de la fabricanía, ni que se mezcle con otro tipo de actividades que puedan enturbiar su fin último. Pero sobre este tema no todo es pesimismo, pues con anhelo aún se recuerda aquellas I Jornadas de Archivos Cofrades, organizadas por la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Existen de igual modo, archivos que son modelo, ejemplo y orgullo de los cofrades, como los pertenecientes a las Cofradías de Nuestro Padre Jesús, Cristo de la Expiración, Fundación Santa Capilla de San Andrés, o el de la Academia Bibliográfica-Mariana Virgen de la Capilla.
En la organización y acrecentamiento de los mismos, mucho tuvieron y tienen que ver cofrades giennenses, que con una alta dosis de altruismo y generosidad, sin buscar protagonismos ni condecoraciones, dedicaron y dedican su vida a los archivos cofrades. Es hora de agradecer a D. Rafael Ortega y Sagrista, D. Manuel López Pérez, y muchos otros cofrades que han contribuido a tan ardua y silenciosa tarea. Termino con unas palabras del recordado canónigo giennense D. Manuel Caballero Venzalá:
“Pese a las inclemencias que han sufrido nuestras bibliotecas en el transcurso del tiempo, sus fondos son altamente ricos y, al ser desempolvados, nos hacen tomar conciencia de ser depositarios de un tesoro en el que apenas si habíamos reparado. La voz está ahí y solo espera su reanimación al salir nosotros de la inercia”.
“El epílogo”, por Sergio Ramírez