El obispo de Jaén, D. Ramón del Hoyo López, no ha querido dejar pasar estas fechas tan entrañables y ha realizado su tradicional felicitación navideña mediante una nota de prensa.
“Despierta hombre: por ti, Dios se ha hecho hombre” (San Agustín, Sermón 185)”. Así comienza la felicitación del Obispo de la diócesis de Jaén, el cual resalta, “Desde el humilde portal de Belén, el Hijo eterno de Dios, que se ha hecho Niño pequeño, se dirige a cada uno de nosotros y nos invita a renacer con Él, a encontrarnos con Él y hacer el camino de la vida juntos”.
También hace un guiño y muestra su disconformidad con las nuevas modas en contra del cristianismo, a la vez que anima a los católicos a no perder las tradiciones de estas fechas. “Mientras cierta cultura moderna tiende a suprimir los símbolos cristianos de la celebración de la Navidad debemos, los discípulos de Cristo, estar muy atentos para captar el valor de las tradiciones navideñas. Forman parte del patrimonio de nuestra fe y de nuestra cultura y no podemos dejar de transmitirlas a las nuevas generaciones”.
“Os anuncio una gran alegría…hoy, en la ciudad de Belén, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor” (Lc. 2, 10-11)
Estas consoladoras palabras nos invitan a recibir al Niño Dios y a acogerlo con fe y esperanza. Dejémonos llevar de la mano del Niño de Belén. No temamos fiarnos de Él. Nada nos quita y es mucho lo que nos ofrece con inmenso amor. Su luz nos impulsa a comprometernos en la construcción de un nuevo orden mundial fundado en relaciones éticas y económicas justas. La sociedad del egoísmo y consumismo se resquebraja por falta de fundamentos sólidos. Analicemos el porqué de tantas crisis ante la luz nueva del Niño Dios y hombre.
Su amor es norte para guiar a los pueblos y abrir nuevos vínculos de confianza y de intercomunicación, con la mirada puesta en tantas personas necesitadas de ayuda. El Dios que se ha hecho hombre por amor al hombre, tiene siempre algo que decir.
Aceptar el mensaje de un Niño recién nacido, acostado en un pesebre y envuelto en pañales, es aceptar la paradoja del misterio de Navidad. El Redentor se hizo uno de nosotros, compañero, para recorrer a nuestro lado los caminos de la historia humana. Él es la Verdad que nos hace libres, el Amor que puede transformar nuestra existencia y el Camino de una renovada humanidad.
Buena ocasión para repetir ante el Niño Dios en esta Navidad:
¡Señor, yo creo, pero aumenta mi fe!
Con mi saludo a los niños y enfermos, inmigrantes y necesitados, autoridades de nuestros pueblos y ciudades, creyentes y no creyentes, familias y quienes caminais solos estos días.
¡Feliz Navidad!“. Finaliza de esta manera su tradicional mensaje navideño.