El tiempo se detiene en la larga cola que por la acera de la Carrera que lleva su nombre, avanza lentamente, serpenteando los aledaños de un Santuario que bulle como las volutas de incienso. Encontramos a gentes de todas las edades, generaciones de jiennenses que fieles a una tradición y coherentes a su devoción, quieren besar al talón desnudo del más grande. Un rito que marca el inicio real y palpable de la Cuaresma en la capital del Santo Reino, a pesar de que hayamos consumido ya dos semanas de una cuarentena que se esfuma entre cultos y actos cofrades.
Se calculan que serán unas 6.000 las personas que hasta el próximo domingo acudan al Camarín de Jesús para visitar y estar más cerca que nunca del Nazareno de los Descalzos. Allí, en un intervalo de poco más de 10 segundos, ocurre algo imposible de medir con un reloj, pues en lo efímero aparece lo eterno. Un beso que es mucho más que un gesto de cariño y amor. En ese ligero roce de carne y madera divina están los deseos, las rogativas y las gracias de un pueblo que se inclina ante su Abuelo.
Este año, y atendiendo a las recomendaciones del equipo de restauradores que el pasado verano realizó un chequeo a las Imágenes Titulares de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, la Cofradía ha decidido limitar el espacio de este beso con una especie de urna que cubre el resto de la pierna del Abuelo. Una medida acertada y entendida por quienes más allá del propio gesto, lo que quieren es estar junto al Señor, “Cerca de Tí”, y citarse con Él para la noche mágica del Viernes Santo, cuando el Nazareno camine con su talón de Amor, entre la devoción de su pueblo.
Fotografías: César Carcelén
Fotografías: Manuel Quesada Titos