Hace 8 días de aquella tarde en la que el cielo se abrió en canal sobre distintos puntos de nuestro país. Albacete, Málaga, Cádiz, y sobre todo Valencia, sufrieron la fuerza de la naturaleza y las consecuencias son por todos conocidas.
Estas zonas, especialmente la valenciana, han quedado arrasadas, con el dolor de haber perdido a muchas personas, y con la incertidumbre de tener que empezar de cero.
Es en estas ocasiones cuando muchos se preguntan: ¿Cómo consiente Dios que pasen catástrofes así?
¿Dónde está Dios?
A la primera cuestión no me atrevo dar una respuesta. Pero a la segunda sí.
Dios está en los miles de voluntarios que desde el primer minuto se han acercado a quitar fango, a llevar alimentos y productos de primera necesidad. Dios está en aquellos que están organizando colectas masivas, y en quienes cogen la furgoneta o el camión para llevar esperanza en medio de la desolación.
Esa solidaridad, que en momentos como el actual se desborda, es para los cristianos la CARIDAD, algo que las cofradías practican a diario, que suele lucir menos que el pan de oro, el costero o el bordado, pero cuyo valor es infinitamente mayor.