La ciudad estaba de gala, otra vez. Con la resaca de la Patrona, llegaba la hora de la procesión de las procesiones, la de Cristo vivo y presente en su cuerpo Eucaristía. Balcones engalanados, altares en la calle Campanas y alfombras en un entorno de la Catedral que brillaba bajo el sol de una mañana en la que el pueblo cristiano de Jaén se acercó a rendir honores al Rey de Reyes.
A las 10 de la mañana, dio comienzo la celebración de la Misa en el templo matriz, oficiada por el Obispo Emérito de Cádiz y Ceuta, Antonio Ceballos. “Celebramos con gozo la Solemnidad de la del Cuerpo y la Sangre del Señor. Es una de las fiestas más entrañables del pueblo de Dios. Jamás nos cansaremos de agradecer al Señor este misterio de la presencia real en la eucaristía. Lo que es y significa para nosotros, los cristianos: alimento para el camino y compromiso caritativo y social en la vida pública. Celebras también hoy el Día Nacional de la Caridad, porque siempre que partimos el pan actualizamos el amor misericordioso de Jesucristo y su amor preferencial por los pobres. En este día y siempre abramos los ojos, abramos los oídos y, sobre todo, abramos el corazón al amor de Dios, para dar una respuesta eficaz y generosa a la situación de pobreza que estamos padeciendo en nuestras propias carnes. Jaén más pobre que nunca, decía la prensa hace unos días”, afirmaba D. Antonio Ceballos durante su homilía.
Una celebración que por las excesivas prisas para la organización de la procesión, finalizó con las bancadas casi vacías. Las representaciones de las hermandades de Pasión y Gloria, así como también de los grupos parroquiales, completaron un cortejo en el que participaron más de medio centenar de sacerdotes y al que acudieron representaciones militares, civiles y académicas.
Sin embargo, en las aceras se apreció menor cantidad de fieles que años pasados. Y eso que el calor no hizo acto de presencia y la participación de niños y niñas de primera comunión fue bastante nutrida. Poca gente en la salida y poca en el regreso, cuando desde el balcón central de la Catedral y sobre la puerta del Perdón, el deán de la seo jiennense bendijo al pueblo de Jaén con el Santísimo Sacramento.
Fotografías: Manuel Quesada Titos