Un Crucificado distinto, diferente a la magnífica muestra de Cristos que atesora la Semana Santa de Jaén tal y como se puso de manifiesto en la reciente exposición Misericordia Crucifixa. Así definían responsables del Grupo Parroquial de la Sagrada Lanzada la talla del Santísimo Cristo de las Aguas antes de su bendición. Una vez presentado a Jaén, los calificativos se han multiplicado, todos ellos ensalzando una obra, la de José Miguel Tirao Carpio, llamada a generar una gran devoción en la feligresía de los barrios de la Glorieta y San Felipe.
El Obispo de Jaén, D. Sebastián Chico, presidió la esperada celebración en una Parroquia de la Inmaculada y San Pedro Pascual repleta de hermanos del grupo parroquial y de representantes de las cofradías de Pasión y Gloria que no quisieron perderse una cita histórica para la Semana Santa jiennenses. Con una veladura color cardenal y bajo un nuevo dosel para el altar de cultos con baldaquino regio diseñado bajo el estilo isabelino, quedaba oculto el Crucificado hasta el momento de su bendición, instante en el que los presentes quedaron asombrados por la belleza y singularidad de la Imagen.
Son muchos los detalles que distinguen al Cristo de las Aguas. Crucificado por las muñecas y con dos clavos en los pies entrecruzados, destaca la llaga de la lanzada de la que brota sangre y agua, tal y como se aprecian en las gotas que se derraman por el costado e impregnan el sudario. Llamativa también es la inclinación de la cabeza hacia la izquierda y no hacia la derecha como es habitual en los Crucificados. Con los ojos abiertos, todo apunta a que se cruzará la mirada del cuerpo ya muerto de Cristo con la de su Madre, la Reina de los Ángeles, que procesionará en el futuro paso de misterio a los pies de la Cruz. Por último, también ha llamado poderosamente la atención la cruz, de corte cuadrado y austero, cuyo realismo sobrecoge, con el patíbulo incrustado en el estipes, coronada por el INRI en hebreo griego y latín.
Entre las donaciones recibidas con motivo de su bendición, destacar la corona de espinas entregada por la Agrupación de Cofradías de Jaén y las potencias regaladas por la Cofradía de Nuestro Padre Jesús, una de las corporaciones que apadrinaba dicha bendición.