Puede ser que 25 años no sean nada en la historia de un pueblo cofrade como el de Jaén, cuyos inicios se remontan a la fundación de la Vera Cruz allá por 1541. Sin embargo, para los hermanos de la Amargura, este cuarto de siglo ha sido la consolidación de un sueño que empezó a fraguarse a finales del siglo pasado y que hoy es una realidad palpable.
Así quedó de manifiesto el pasado sábado, en una jornada maratoniana, de doce horas, que arrancó a las tres de la tarde en El Salvador. Con el sol brillando en el cielo, el palio de la Amargura descendió la rampa que anuncia el Lunes más deseado del año, y desde el primer momento, cofrades y devotos arroparon a la cofradía en su ascenso a la Catedral. En este camino de ida, la Banda de Música Nuestra Señora de la Amargura no dejó de interpretar sus marchas y los pasodobles, como Churumbelerías, del maestro Cebrián. Alegría desbordada que tuvo momentos sublimes, como el saludo a la Patrona de Jaén en la Basílica de San Ildefonso o la llegada a la Puerta del Perdón, que se abría por primera vez para acoger a la Reina del Salvador.
Tras la Misa Pontifical presidida por el Obispo de Jaén y con la presencia de multitud de autoridades y representaciones, a las nueve y media y con la noche sobre la ciudad, se asomaba de nuevo el paso de palio a una Plaza de Santa María repleta de personas. Fuegos artificiales en el cielo, sevillanas y marchas anunciaban el inicio de una procesión extraordinaria que discurrió lentamente por las engalanadas calles del centro de la ciudad.
En Bernabé Soriano, a la altura de la Óptica Amate, llovieron pétalos como cada Semana Santa y sonó el Himno a Jaén, en lo que sería el inicio del regreso a casa. Sin embargo, antes de que todo llegara a su fin, cerca de las tres de la madrugada, la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús Despojado dejó de abrir el cortejo para ponerse detrás del paso de palio. Entonces llegó la sorpresa, Amargura Jaenera, un popurrí de marchas de palio interpretadas por una agrupación musical que suena de dulce.
Con el sueño apoderándose de quienes vivieron despiertos lo que parecía una quimera, María Santísima de la Amargura regresó a su templo, donde le aguardan muchos años de devoción y cariño de un pueblo cofrade que recordará para siempre este 5 de octubre de 2024 como el del apoteosis de un aniversario que viene a evidenciar que aquella revolución cofrade vivida en Jaén a finales del siglo pasado ha dado buenos frutos.
Fotografías: Sergio Ortiz, Ricardo Armenteros y Sociedad Filarmónica de Jaén