Quedan pocas hermandades que mantengan la celebración del Rosario de la Aurora. La hora temprana y la escasez de fieles, no solo en las calles sino también en el propio cortejo, ha provocado que la mayoría opten por convertir en vespertino un culto que tiene su origen a la luz del alba.
La Amargura es, precisamente, una de las que sigue la tradición de sacar a las calles de su barrio a María Santísima cuando despunta un domingo de mayo. Este año, como suele ser habitual, fueron muchos los cofrades que madrugaron para estar junto a Ella. Un paseo matinal para rezar el Rosario en comunidad, en cofradía.
Fotografías: Manuel J. Quesada Titos