Nuestra sociedad es proclive a buscar cruces a medida, que se ajusten a nuestras necesidades y gustos, y que después desechamos porque, o bien ya no nos interesan, o tal vez, porque queramos otra. Sin embargo, Cristo nos enseña su Cruz, la de la misericordia, la clemencia y la humildad. La que en el Calvario se impone sobre el resto porque en ella no está la muerte, sino la vida. Cristo nos ofrece la Cruz verdadera, y a sus pies, no habrá más dolor ni desamparo.
Con la sencillez de la Cruz y la majestuosidad del Cristo de la Vera Cruz, la Congregación decana de la Pasión jaenera ha celebrado esta Cuaresma su Triduo. Y al lado, siempre cerca, María, hebrea de lágrimas brillantes y dulces. Dolores del Jueves Santo que con manto macareno es Benemérita de Jaén.
Fotografías: Manuel Quesada Titos