La devoción que los cambileños profesan a su patrón se manifiesta cada último fin de semana del mes de febrero con las fiestas en su honor que se inician el sábado con el traslado del lienzo desde la iglesia parroquial hasta su ermita donde, tal como se hiciera hace tres siglos, se vela la imagen del Cristo durante toda la noche.
Al día siguiente, se produce el regreso de la imagen a su parroquia, que es el punto final de los actos religiosos.
Según la creencia popular, un arriero, en el siglo XVII, transportaba el lienzo de un Cristo a la aldea de El Mármol deteniéndose en Cambil para pernoctar.
A la mañana siguiente, tras ser velado el Cristo toda la noche por los cambileños, la carga se hizo tan pesada que fue imposible transportarla; con este hecho, los lugareños pensaron que el Cristo expresaba su voluntad de permanecer en esta bella localidad de Sierra Mágina.