Silencio hermano y mira atentamente la cruz. Ahora que no hay bulla, que no hay nervios ni voto. Ahora, más que nunca, calla y reza ante quien vencerá a la Muerte por ti… por nosotros. Lo verás en la penumbra de un Martes Santo que escapa de la luz, pero antes, lo tienes en la soledad del templo y no eres capaz de mirar sus manos traspasadas. Porque en su Cruz está nuestra esperanza, la esperanza de la vida eterna, la esperanza del triunfo sobre la muerte.
Su pequeño tamaño se impone ante el excesivo espacio de Cristo Rey, porque en su pecho se derraman súplicas y gracias y cuántas más llegan, más crece su Humildad. Por eso, acércate despacio, sin que nadie más que Él te note, y cuando mires su costado abierto cierra los ojos y la boca. Entonces tu alma hablará con el Señor en Silencio.
Fotografías del Triduo: Manuel Quesada Titos