Amargo viernes santo de nuevo para la cofradía de la Soledad. La misma esperaba recorrer las distintas calles de la ciudad en una jornada en la que no se esperaba la abundante lluvia que cayó sobre la capital pasadas las siete de la tarde.
En la Basílica menor de San Ildefonso todo estaba preparado. El Santísimo Cristo Yacente llevaba un exorno floral de estatice morado con claveles rojos y a Sus pies benditos un hermoso centro de rosas rojas. Nuestra Señora de la Soledad estaba vestida con saya negra de terciopelo, ceñida por un fajín militar, en su pecho un Corazón atravesado por siete cuchillos, y sobre su cabeza la corona de imperios con halo. Las flores, todas blancas: claveles en los laterales y rosas en la delantera del paso.
A falta de quince minutos de la hora de salida, el gobernador D. Jesús Pegalajar Cano comunicaba la decisión tomada por la Junta de Gobierno de salir a procesionar mostrando, no obstante, su desconfianza por la inestabilidad del tiempo y advirtiendo que el cortejo penitencial habría de acatar las órdenes de los fiscales. Una sencilla oración de nuestra capellán D. Pedro Ortega Ulloa dio paso a la procesión.
A las siete de la tarde salía el muñidor escoltado por dos servidores con farol de mano, tras ellos la Cruz de guía flanqueada por faroles. Un importante tramo de nazarenos alumbraba al Santísimo Cristo que iba anunciado por su estandarte y acompañado de la presidencia del desfile penitencial. Pero este año tampoco pudo ser. Tras unos diez minutos de lluvia prácticamente inapreciable, la misma empezó a cobrar fuerza cuando la cabecera de la procesión giraba a la calle Gracianas, así las cosas los fiscales de tramo daban la orden de echar marcha atrás, y volver al templo. Acto seguido se colocó el trono del Yacente en su ubicación y el gobernador anunció la suspensión definitiva de la estación de penitencia que fue seguida, a modo de epílogo, de la interpretación de tres composiciones musicales.
Como se pudo constatar posteriormente, la decisión de suspender la procesión fue acertada ya que la lluvia arreció y estuvo presente durante varias horas.