Portando sus “simpeacados”, a los sones de flautas rocieras y tambores entraron en la Catedral de Jaén las cofradías filiales de la Hermandad del Rocío en la Diócesis de Jaén, una provincia que cuenta con el número de cofradías filiales más importante de toda Andalucía. Lo hacían para celebrar su encuentro anual y para conmemorar el 40 aniversario de la Cofradía de la capital, que este año celebra tan gozosa eferméride.
Junto al Obispo de Jaén concelebraron la santa Misa dominical el Deán de la Catedral, D. Francisco Juan Martínez Rojas, quien ese mismo día juraba su cargo; el capellán de la Cofradía de Jaén, D. Francisco de la Torre; así como los sacerdotes: D. Bartolomé López, D. Jesús Díez del Corral; D. Juan Mena y el secretario particular de Don Sebastián, D. Francisco Javier Cova.
Homilía
En el domingo en el que se proclamó el Evangelio de la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro, el Obispo diocesano quiso comenzar sus palabras reflexionando sobre las formas de vivir ante la riqueza y la pobreza y cómo esas acciones pueden llevar a la gloria eterna o al castigo perpetuo. “No mal interpretemos la parábola;- expresó Monseñor Chico Martínez– la distinta suerte final de uno u otro, no se debe a su condición sociológica o su nivel de vida, sino a sus actitudes personales. El rico no se condena por ser rico, sino porque no teme a Dios porque se niega a compartir lo suyo con el pobre. Tampoco el pobre se salva simplemente por ser pobre, sino porque está abierto a Dios y espera la salvación”. En este sentido, el Prelado jiennense habló sobre cómo son las actitudes de uno y de otro los que los llevan al infierno o la gloria: “La parábola es una invitación, no solo a revisar nuestras actitudes personales ante Dios y nuestros hermanos, sino una llamada a compartir. Cada uno sabe qué es lo que puede poner a disposición de los demás. Todos podemos ser con lo nuestro, mucho o poco, tan egoístas como el rico de la parábola”.
Además, en su homilía quiso hacer referencia al aniversario de la Cofradía de la Virgen de El Rocío de Jaén y a las filiales rocieras que viven esta advocación mariana desde muchas comunidades parroquiales de la Diócesis. “Queridos hermanos rocieros, cuando sois admitidos a la hermandad hacéis profesión de ‘ese deseo’ de conquistar, como cristianos y rocieros, la vida eterna y de amar, con toda vuestra alma, a la que nos espera en el cielo, nos llama y tira de nosotros, desde la Gloria de Dios, nuestra Madre, María Santísima. Sed perseverantes en esta elección, pero sed también ‘testigos valientes y fieles’ del estilo de vida que brota de Ella y que es luz de esperanza y camino seguro para nuestros hermanos”.
Para finalizar su predicación, quiso hacerlo recordando las palabras de San Juan Pablo II, en su visita a la Blanca Paloma: «Apelando al sentimiento más profundo que, como cristianos y rocieros, lleváis en el fondo de vuestras almas, quiero alentaros a reavivar en vosotros el amor y la devoción a María, y por Ella a Cristo, dando así también testimonio de una fe que se hace cultura. Sería una pena que esta cultura cristiana vuestra, profundamente enraizada en la fe, se debilitara por inhibición o por cobardía al ceder a la tentación…de rechazar o despreciar los valores cristianos que cimientan la obra de la devoción a María y dan savia a las raíces del Rocío» .
Con la bendición con el Santo Rostro y la salve rociera concluyó la celebración eucarística, después los cofrades de todas las hermandades filiales tuvieron un acto de convivencia.