Hoy, Domingo de Pasión, debía haberse celebrado en el Teatro Infanta Leonor el pregón de la Semana Santa de Jaén de 2020. En su tribuna, José Ibáñez Muñoz tenía el encargo de anunciar lo que está por venir en apenas siete días. Sin embargo, la pandemia de coronavirus provocó su suspensión hace varias semanas, aunque el pregonero, que lo será en 2021, si Dios quiere, ha expresado sus sentimientos en redes sociales, cargados de mensaje cristiano:
“Hoy tenía que haber pronunciado el Pregón de Semana Santa de Jaén. Hoy tenía que haber vestido de impecable chaqué. Hoy tenía que haber sentido como invadía mi cuerpo ese frío responsable cuando me acercara al atril. Hoy tenía que haber ejercido mi ministerio bautismal de profecía anunciando la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor. Hoy tenía que haberme dirigido a un teatro lleno. Hoy tenía que haber sentido abrazos, palmadas de felicitación, el apoyo y aliento por lo realizado. Hoy tenía que, sin desearlo, convertirme en personaje popular al ser portada de medios de comunicación. Hoy tenía… Sí, tenía, porque “nada ha sido”.
Esta crisis nos ha llevado a darnos cuenta que todo puede cambiar de un día para otro. Que poder realizar un plan largo tiempo programado, no deja de ser una suerte.
Así que aquí estoy. Con este “chaqué” (que visto lo visto es un lujo) que representa a todas mis compañeras que, poniendo en riesgo su salud y la de los suyos, cuidan con auténtico amor (caridad) al que sufre, a ese “pobre” del que Cristo nos habla.
Aquí estoy sintiendo como invade mi cuerpo ese frío responsable por la labor que tengo que realizar, y hacerla sin errores para evitar contagiarme y poner así en riesgo la salud de los demás.
Aquí estoy, desempeñando mi ministerio bautismal de la realeza, porque Dios me ha abierto una pequeña puerta que da sentido a lo que estoy viviendo. Dios me pide que hoy, para el otro, son más importantes mis obras que mis palabras. Es más importante testimoniar mi fe que profetizarla.
Aquí estoy en la soledad de una habitación donde sólo estamos la persona que sufre y yo. ¡Qué nuevo sentido toma ahora la palabra “soledad”!
Aquí estoy sintiendo el aliento y apoyo de mis compañeras, de las que me acompañan y de las que, contagiadas, se preocupan de mí desde su confinamiento; sintiendo las oraciones de esas religiosas que me conocen y me cuidan como sólo ellas saben hacerlo; sintiendo la preocupación de mi familia cada vez que acudo a trabajar; sintiendo la fuerza que me transmiten todas aquellas persona que me conocen y que, no pudiéndolo hacer de otro modo, al menos me mandan su fuerza, muchas veces en forma de oración.
Aquí estoy, permaneciendo en el anonimato que me da una bata, unas gafas y una mascarilla, sin que el paciente pueda ver el rostro de quien lo atiende y cuida. En el anonimato hoy no seré portada de nada.
Aquí estoy, encontrando algo de luz entre tanta dificultad y desánimo, y por ello me siento reconfortado porque todo esto me está haciendo crecer como profesional, como persona; me está haciendo crecer espiritualmente por lo que me siento afortunado. Ojalá todo acabe pronto pero yo habré cambiado, habré aprendido una importante lección”.
¿Quién dijo que no había pregón? ¿Quién dijo que no habrá Semana Santa?