El pasado mes de junio se reunía la Asamblea Diocesana de Pastoral con el encargo de presentar las conclusiones que a su vez conformarían el Plan Pastoral de la Diócesis para el curso 2019-2020, que se presentó en Noviembre pasado. En estas conclusiones se “habla” de cofradías. De ahí nuestro especial interés.
Pero ¿Qué es la Asamblea Diocesana? ¿Quién la compone? ¿En qué nos afecta?
A grandes rasgos y simplificando, diremos que la Asamblea Diocesana es un órgano consultivo – por tanto ni ejecutivo, ni vinculante- de la diócesis que es convocado por el obispo para asesorarlo en aquello para lo que es convocado. Podríamos decir que es la manera en la que el obispo escucha, de manera amplia, a la Iglesia particular que tiene a su cargo, sobre algún tema determinado que él le propone.
La componen, en nuestro caso particular, 150 diocesanos, es decir, hombres y mujeres de toda la diócesis, en su mayoría laicos (incluidos algunos cofrades) pero también, como no, ordenados: sacerdotes y religiosos; y de entre ellos los representantes de los diferentes órganos administrativos de la diócesis. Por tanto la Asamblea Diocesana es una amplia representación de todos los bautizados que formamos la Iglesia en la provincia de Jaén. Preside la Asamblea el obispo.
¿En qué nos afecta a los cofrades? Bueno…en principio como a cualquier diocesano, es decir como a todo miembro de la Iglesia en Jaén, nos interesa conocer sus conclusiones porque afecta a como nuestra vida cotidiana de Iglesia se va conducir, durante este año, por los caminos propuestos en el Plan de Pastoral, que ha elaborado la Asamblea Diocesana, para caminar todos juntos –con el obispo- en una misma dirección hacia el encuentro con el Señor. Sinodalidad y corresponsabilidad.
Pero es que además la Asamblea Diocesana de Pastoral ha presentado unas propuestas concretas para acompañarnos a nosotros, los cofrades, de manera que también nos alineemos en los objetivos propuestos para toda la diócesis en este curso 2019-2020.
Lo que llama la atención, en primera instancia, es el interés pastoral del obispo que indicaba a la Asamblea Diocesana que fijara su atención en las cofradías; y lo hacía con estas palabras:
“No podemos olvidarnos en este año de especial acento en la espiritualidad, de la piedad popular, en la que es tan rica y a la que es tan sensible la vida cristiana de nuestra tierra andaluza. Este es un pueblo que sabe expresar su fe con este acento tan rico y singular. Por eso, no olvidemos que la piedad popular no es una cuestión meramente estética, que también es fuente de espiritualidad, “es un verdadero tesoro del pueblo cristiano”. De ahí que haya sido calificada como “lugar teológico”, y eso significa que Dios se manifiesta en ella. Estar, por tanto, en las entrañas mismas del pueblo cristiano, para encontrar y sacar lo mejor que hay en él, para saber convertir lo que siente y ama en un camino de santificación, es para nosotros una responsabilidad pastoral imprescindible.”(Extracto de las Palabras del Obispo en la Asamblea Diocesana de junio de 2.019 “Permaneced en mi amor” (Jn. 15, 9,-16))
Con este entrañable encargo, los grupos de trabajo de la Asamblea Diocesana se pusieron a estudiar las propuestas previamente escrutadas y enviadas desde las asambleas parroquiales y arciprestales de toda la diócesis. Debían reflexionar sobre cinco temas propuestos y obtener unas conclusiones y devolverlas en forma de líneas de actuación concretas para ser trabajadas y puestas en marcha durante este curso en todas las parroquias de la diócesis.
Estos son los cinco puntos que conforman el PLAN PASTORAL DIOCESANO: «Caminando en el sueño misionero de llegar a todos». AÑO III: CELEBRAMOS EL MISTERIO DE CRISTO. Orientaciones para el quehacer pastoral en la Iglesia de Jaén en el curso2019-2020:
- PONER LA PALABRA DE DIOS EN EL CENTRO
- CUIDAR LA LITURGIA
- FOMENTAR LA ORACIÓN Y EL RETIRO
- VIVIR LA SANTIDAD Y
- ACOMPAÑAR LA RELIGIOSIDAD POPULAR
Se puede acceder a estos documentos en la página del obispado.
Es recomendable su lectura para poder conocer y analizar, con criterio propio, hacia donde nos propone caminar la Iglesia diocesana en Jaén durante este curso, con especial atención al análisis de la realidad de nuestra Iglesia tal cual la viven los “diocesanos” y con particular interés sobre lo que opinan en relación a la “religiosidad popular”.
Si conmueven las entrañables palabras del obispo en relación a la atención que pide tener sobre nuestras cofradías y por tanto de nosotros los cofrades, reclamando responsabilidad pastoral a los “diocesanos asamblearios”, no hay más remedio que señalar la sorpresa por el análisis que éstos hacen de la experiencia diocesana con cofradías y las consecuentes pautas de actuación que proponen.
Aún a riesgo de destripar la trama antes de empezar, diremos que los cofrades llevamos toda una vida cargando con un sambenito que nos orilla a la periferia eclesial y que, si en alguna época tuvo un sustrato razonable, hace ya mucho que dejó de tenerlo. Creo que lo tenemos demostrado los cofrades, pero no parece tan evidente para otros.
Cada vez que se refieren a nosotros, los cofrades y a nuestras cofradías como “religiosidad popular” no tengo por menos que preguntarme, por oposición de términos, sobre la necesaria existencia de otra “religiosidad ¿elitista? o quizás ¿aristocrática?” y lo primero que me pregunto es si está la Iglesia dividida en clases de bautizados. ¿No somos todos de Cristo?
La respuesta de algún “diocesano” podría ser: ¡No hombre!¡No! Se refiere a que en “vuestra” forma de manifestar la fe, se aprecian ritos y mitos de carácter folclórico, ligados a los ancestros de cada pueblo evangelizado y que os hace ser diferentes al resto. ¡Cómo si dentro de la Iglesia no hubiera particularidades rituales, festivas, litúrgicas y hasta incluso administrativas, en razón a la historia y costumbres propias de cada pueblo evangelizado!¿Conocen la rica diversidad de ritos en la Iglesia Católica? ¿Dirían lo mismo, los “diocesanos asamblearios”, de los que practican la “Misa Tridentina”?¿Se extrañarán, por ejemplo, de la celebración bajo el Rito Hispano-Mozárabe?
¡Claro que no! Todo eso debe ser “religiosidad elitista y ortopráctica”. Por eso, también, cada vez que nos hablan de “religiosidad popular” pareciera que algunos nos considerasen a los cofrades, eso me ha parecido siempre, como a los “hermanos menores de la fe”. Me recuerda tanto al paternalismo inspirador de las “misas de niños” para los catecúmenos.
¿Exagerado? A lo escrito en el Plan Pastoral deberemos remitirnos.
Uno es, además de lo que cree que es, lo que los “otros” dicen que eres. Veamos que dicen los “diocesanos asamblearios” de “nosotros”.
Ya en la Introducción del Plan Pastoral se reconoce la existencia de un problema:
“En general, los documentos con las aportaciones dejan ver una dificultad mayor con el último tema tratado, el de la piedad popular; en este ámbito las reflexiones se centran casi exclusivamente en las cofradías y hermandades, pero queda claro que falta todavía por hacer mucho diálogo sereno y profundo. Este curso 2019-2020 será propicio para tenerlo.”
Inquietante inicio. Es decir, que en las parroquias de la diócesis, en un amplio número debemos suponer, se ha detectado que hay dificultad para asumir a las cofradías en este camino misionero de llegar a todos. Parece que se quiere decir que en un gran número de parroquias no se ha abordado con solvencia, con soltura, con dinamismo cómo se debe acompañar a las cofradías. ¿Quizás porque los diocesanos de los consejos parroquiales no tienen experiencia de trato con cofrades?¿Será porque no hay cofradías en la parroquia? ¿Será porque los cofrades solo van a la parroquia el día de la procesión?¿Será porque a los cofrades no se nos considera aptos para integrarnos junto con los otros grupos parroquiales alentando nuestra corresponsabilidad?
De la lectura del documento parece deducirse que hay de todo un poco.
Si bien se insiste en el necesario cambio de actitud (de los parroquianos diocesanos: laicos y ordenados ¡claro está!) para descubrir en las cofradías (y en los cofrades) todo lo bueno que aportan y las potencialidades de lo que pueden aportar a la Iglesia, así como se afirma el reconocimiento expreso de nuestra gran capacidad para atraer gente, especialmente, jóvenes a la Iglesia; sin embargo, llama la atención que las parroquias de más reciente creación, en núcleos de mayor población de Jaén y provincia, declaren no tener experiencia con cofradías; y aquellos que nos conocen proponen, en relación a nuestras manifestaciones de fe que “han de ser purificadas de lo que puede resultar nocivo o contraindicado para que cumplan con aquello que pretenden” y se afirma con rotundidad que “Algunas parroquias opinan que haría falta ser más estrictos en las exigencias de formación para con aquellos que aspiran a ocupar puestos de responsabilidad en las cofradías”. Nada que no vengamos oyendo hace años.
Veamos cómo se propone revertir esta situación.
Pues básicamente con la formación de unos agentes dinamizadores para este cambio dentro de las propias cofradías, dotándolos de los recursos necesarios (cursos breves, retiros de oración,…) y al mismo tiempo ir incorporándolos a las actividades parroquiales. Y ¿quiénes serán esos agentes encargados de abanderar estas iniciativas? Pues las juntas de gobierno. Nada que no vengamos oyendo hace años.
No es que las iniciativas (por más que conocidas) no sean plausibles y hasta lógicamente necesarias, es que el mismo enunciado de las preguntas que se plantean en el documento ya deja ver la visión recelosa de nuestra realidad cofrade. Una muestra: “¿Cómo podemos hacer que en las cofradías se fomente el encuentro con el Señor, la espiritualidad cristiana y la vivencia auténticamente comunitaria?”¿Las cofradías no fomentamos el encuentro con el Señor?¿Carecemos de espiritualidad cristiana?¿No tenemos una autentica vivencia comunitaria en las cofradías? ¿De verdad esa es la imagen que damos?¿Así nos ven el resto de grupos con los que compartimos parroquia?
Esta constatación que se hace de nuestra realidad cofrade (de otra manera no creo que se hubiera expuesto a la Asamblea para su reflexión), más allá de incomodarnos (y hasta exasperarnos), nos debe hacer reflexionar sobre cuánto de verdad hay de esto en nuestras cofradías y también nos debe ayudar a tomar iniciativas para revertirlo.
Ofrecer más formación humanista y cristiana a las juntas y elegir a sus miembros con otros criterios más exigentes que la simple amistad o cercanía familiar, de manera que sean ejemplos vivos; una mayor implicación en las diversas actividades pastorales, no conformándonos con una presencia testimonial, esporádica y a conveniencia; y una reflexión profunda y sincera sobre la autenticidad de nuestras manifestaciones públicas, ajustando el protagonismo de los elementos externos para que pueden distorsionar nuestra única misión: anunciar a Cristo y éste crucificado, cómo dice San Pablo, deben ser los mayores empeños de los cofrades.
Aun así y asumiendo dócilmente la inyección de realidad que nos recetan, no me resisto a preguntarme si a otros grupos parroquiales se les someterá también a esta especie de “test de estrés de religiosidad” o ¿es que hay grupos que, desde su nacimiento, ya están homologados sean quienes sean sus miembros actuales o futuros?
Me pregunto si cuando un fiel, anónimo, traspasa la puerta de cualquiera Iglesia para encender un lampadario, hacer una visita al Santísimo o cuando se acerca a recibir cualquier sacramento o cuando asiste a la Misa dominical o sencillamente, cuando se sienta en un banco buscando la paz interior ¿hay unos ojos escrutando si es cofrade o no? Y si lo fuera y así se mostrara ¿es más o menos…diocesano que “otros”?
En la afamada película “Los Otros”(Alejandro Amenábar. 2001) dos grupos de entes habitan una casa común. Sus existencias se desarrollan en la total ignorancia de los unos hacia los otros, hasta que, unos y otros, empiezan a tener una aterradora experiencia de sus respectivas existencias.
Pero lo más impactante del argumento, lo más espeluznante para los protagonistas, no será descubrir la existencia de “los Otros”, lo verdaderamente aterrador será descubrir la auténtica naturaleza de su propia existencia: Ellos piensan que los intrusos que los inquietan hasta el espanto son “los Otros”, para finalmente descubrir que “los Otros”, en verdad, son ellos mismos y que la realidad que creen vivir les es impropia.
¿Somos los cofrades “los Otros” y aún no nos hemos dado cuenta de nuestra realidad?