Febrero, antesala de una Cuaresma en ciernes, nos trae una cita con María Santísima de la Amargura. Un Septenario culminado con la Función Principal de Instituto y dos jornadas de Besamanos a la Madre de Dios. Siete días de contemplación y meditación de cada uno de los dolores de Nuestra Madre, ante uno de los rostros más bellos de la Virgen.
Nuestro compañero José M. Anguita, captaba así el altar efímero construido en honor a la Amargura.