La esperan tanto como recupera la salud que les permita salir de la austera habitación del hospital, donde los minutos caminan de costero a costero haciendo eterno el tiempo y efímera la paciencia. Sin embargo, en pleno mes de mayo, una luz de Esperanza se cuela por las ventanas para irradiar ese halo de fe nunca puede faltar cuando las fuerzas escasean. María Santísima de la Esperanza volvió a pasear por el complejo hospitalario en su Rosario Vespertino. Itinerario tan necesario como obligado para que enfermos y personal sanitario se crucen con su mirada, comenten el diagnóstico y le pidan por una pronta recuperación. Por eso, en cada cuenta del Rosario, un golpe de Esperanza
Fotografías: José M. Anguita