Ha sido capaz en apenas cinco años de conquistar los corazones de muchos cofrades. Sin salir a la calle cuando el Silencio se apodera del Martes Santo, en un segundo plano siempre a los pies de la Cruz de la Humildad, María Santísima Madre de Dios ha calado en el sentimiento de los hermanos de la corporación de Cristo Rey y de aquellos que sin serlo, han encontrado en sus manos entrelazadas el mejor cabo al que agarrarse en sus oraciones. En el mes de quienes se fueron fue cuando Ella llegó a este Jaén que, un lustro después, sueña con su palio en la oscuridad de una noche de primavera.
Fotografías: Pedro Oya