Por José Luis García
Tocaba hoy hablar de otra de las imágenes de San Juan que fueron suprimidas por sus respectivas cofradías, ya fuera por cambio en la mentalidad del número de pasos que debía componer una procesión, ya porque ponerlos en la calle requería un número de costaleros que resultaba imposible alcanzar porque éstos comienzan a convertirse en un bien escaso. Tocaba hablar, como digo, del San Juan de la Cofradía de la Soledad, pero la necesidad obliga hoy a mencionar, siquiera de pasada, al San Juan de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús, del que ayer mismo se supo que finalmente no saldrá este año porque no hay costaleros para él, según ha anunciado la hermandad. Y mucho me temo que, al igual que ha ocurrido con los demás, la decisión ahora adoptada corra el riesgo de acabar eternizándose.
De cualquier manera, siguiendo con el guión previamente establecido, hoy traigo la imagen del San Juan de la Cofradía de la Soledad, una talla que llegó a la misma, promovida en su hechura por Rafael Ortega Sagrista, desde el taller sevillano de Juan Abascal Fuentes, con quien, como ya se dijo, el recordado historiador jiennense mantenía una estrecha amistad. Se trata de una imagen de vestir que fue bendecida el 5 de abril de 1968, para la que también en este caso, tal y como ocurrió con el Cristo del Santo Sepulcro o el sustituido conjunto del Cristo del Amor y Judas Iscariote de la Cofradía del Perdón, el escultor utilizó un modelado previo que luego sacó de puntos. Sin embargo, la nueva obra presentaba esta vez una diferencia sustancial, pues Abascal retrató en el San Juan a un modelo real, su amigo Juan López Barreto, cuyo busto en barro cocido conservó el artista en su taller hasta el fin de sus días, en 2003.