El Cristo de Chircales quiso permanecer, en 2010, una semana más entre sus fieles valdepeñeros. La lluvia obligó a retrasar el regreso de la venerada imagen hasta la ermita. Cientos de personas formaron parte de la tradicional comitiva popular.
Las precipitaciones del último domingo de octubre obligaron a suspender el retorno del Señor de Chircales hasta el paraje que lleva el mismo nombre. Finalmente, en la mañana de ayer, un cielo parcialmente cubierto y una agradable temperatura, rodearon el desplazamiento, que contó con la presencia de miembros de las cofradías de Valdepeñas y de Jaén, de la alcaldesa local, María Paz del Moral; de otros ediles de la Corporación, del juez de Paz, Pedro Barranco; del párroco, Santiago Salazar y de cientos de valdepeñeros y visitantes. La despedida llegó después de que la imagen permaneciera, como cada año, en el casco urbano en el transcurso de los dos últimos meses.
La Banda Municipal de Música, dirigida por el joven maestro Francisco Gálvez, amenizócla procesión, con un itinerario que discurría por las principales calles del pueblo hasta desembocar en las Eras de Santa Ana. Allí el Señor fue preparado para hacer el camino de penitencia a hombros hasta la ermita. El trayecto, con una distancia de cinco kilómetros, se cubrió en un ambiente de fe. El Cristo estará en su morada habitual hasta que, en septiembre de 2011, se lleve a cabo el camino inverso.
Con el acto público de ayer concluyeron las propuestas más importantes vinculadas con una cofradía matriz que se fundó hace 176 años. Fue en 1834 cuando diez familias de la calle Sisehace dieron el paso. En la actualidad, el número de hermanos se sitúa en torno a cuatrocientos cincuenta.
La imagen es una de las señas de identidad del municipio de la Sierra Sur y consigue poner de acuerdo a la práctica totalidad de los valdepeñeros. La hermandad lleva a cabo, cada ejercicio, actos que suelen resultar concurridos. En el mes de septiembre, la llegada coincide con las fiestas. Se trata de un momento especial, pues ocurre a la vez que la marcha de numerosos vecinos que, en el tramo final del verano, parten hacia las campañas de la vendimia y la manzana. Estos mismos devotos aprovechan los días finales de octubre, cuando ya han regresado, para reencontrarse con el Cristo de Chircales en la procesión.
Un apunte al titular.
No es “de los chircales”. Es “de Chircales”. Chircales es un toponímico. Es una pedanía de Valdepeñas de Jaén.
Un Saludo