San Bartolomé es ese cofre de bronce que guarda parte de la esencia misma de nuestra Semana Santa. En su interior, Cristo detiene el tiempo en el último suspiro de vida, porque siempre queda un último suspiro al que agarrarse cuando todo parece perdido. Al aliento de quien siempre lo ofrece, se agarran durante siete días los hermanos de la Expiración. Otra vez el siete, como las Palabras que guarda María en su corazón.
El Septenario de la Hermandad de la Expiración ha vuelto a dejar estampas de Cuaresma únicas del Jaén cofrade de antes y de ahora. El Altar de San Bartolomé se convierte en Calvario con la Madre y el Hijo Amado al pie de una Cruz que emerge entre la luz. Sobras las palabras cuando el momento queda para siempre en la fotografía.
Fotografías: Manuel J. Quesada Titos