En cada altar efímero edificado por la priostía y fabricanía de la Hermandad de la Estrella se afanan por lograr algo imposible, dar luz a la que más brilla. Durante tres días presidió el altar de la capilla dominica en la que solo el susurro se atreve a molestar al silencio. Un triduo de oraciones y plegarias a la Madre de la Esperanza, el Amor y la Misericordia.
Fotografías: Manuel J. Quesada Titos