El Triduo a María Santísima Madre de Dios que tiene lugar este fin de semana nos ha permitido conocer las primeras piezas de su futuro paso de palio. Se trata de cuatro ánforas con sus correspondientes flores metálicas, las denominadas flores de talco, poco habituales en nuestras hermandades pero que tuvieron una época dorada durante los siglos XVIII y XIX, años en los que la mayor parte de los altares y retablos de las iglesias y conventos estaban adornados con este tipo de exorno. De este modo, ante la ausencia aún de flores de tela y la escasez habitual de cierto tipo de plantas en determinadas épocas del año, se conseguía mantener una bonita decoración permanente.
La proliferación en el siglo XX de las flores de tela y el aumento del número de viveros provocaron la práctica desaparición de esta obra artesanal, que quedó relegada a un segundo plano hasta hace algunos años, cuando el afán clasicista de algunas hermandades ha vuelto a poner de moda este exorno.
A este tipo de piezas de orfebrería se las conoce como flores de talco porque antiguamente se realizaban con planchas de mineral de talco, especialmente blanco y manipulable. En algunas imágenes del siglo XIX es posible apreciar palios con ramilletes de este tipo que se realizaban en talleres o conventos de clausura. Actualmente, la mayor parte de los artesanos las fabrican con sus propias manos, de ahí su delicado aspecto.