Emerge sobre un mar de fuego cada mes de noviembre, cuando las ánimas reclaman oración y las tardes se encogen. En el corazón de su barrio, entre el silencio de la clausura dominica, María Santísima de la Estrella brilla sublime. Las miradas se pierden en su rostro y hay quien comenta que el nuevo techo de palio le dará más luz. Sin embargo, se antoja el efecto inverso. Es Ella la que emite y el techo el que refleja. Porque el faro lo lleva la Madre en su corazón.
El Triduo a María Santísima de la Estrella contó con la masiva presencia de cofrades que hicieron pequeña la capilla de la Inmaculada Concepción. El Padre Vicente Esplugues ofició la Eucaristía con el tono actual y cercano de un sacerdote joven integrado e implicado con su entorno. Durante el Triduo se bendijo el Gloria del techo de palio, juraron los Estatutos los nuevos hermanos de pleno derecho y se entregaron las manos de plata de Jesús de la Piedad a los que han cumplido 25 años de cofrades.
Fotografías: Manuel J. Quesada Titos