Brilló el sol como lo hace el Jueves del Corpus, a pesar de que en Jaén sea el Domingo el día elegido para abrir las calles de la ciudad al paso de Cristo Vivo. El calor marcó una jornada de gran ambiente cristiano y cofrade en la Procesión del Corpus Christi que, año tras año, gana enteros y asume el protagonismo que merece. De hecho, fueron tan habituales los mareos como el airear de abanicos dentro y fuera del cortejo procesional. Motivos que propiciaron un discurrir más ligero que en años anteriores para en menos de dos horas, regresar a la Santa Iglesia Catedral.
Antes, más de cuarenta sacerdotes de la ciudad de Jaén participaban en la Eucaristía del Corpus Christi, presidida por el Sr. Obispo, D. Ramón del Hoyo López, y concelebrada por el Obispo emérito de Cádiz y Ceuta, D. Antonio Ceballos. La Santa Misa comenzó las 10 de la mañana y a ella asistieron, además, las autoridades municipales, académicas y militares, así como la Escolanía de la S.I. Catedral, y la representación de todas las Hermandades y Cofradías de Jaén. El Sr. Obispo quiso recordar que “la festividad del Corpus está unida a la celebración del día de la Caridad, de Cáritas, porque los creyentes que participamos y adoramos a la Eucaristía, hacemos presente el mandamiento del amor de Dios, que trasladamos hasta el hermano necesitado. Todos los cristianos tenemos el deber de implicarnos en una respuesta continuada al Mandamiento del amor que Jesús nos dejó como testamento el Día del Jueves Santo”.
Lo que sí se aprecia es un cambio de actitud e implicación en la ciudad con motivo del Corpus. Jaén se vistió de gala siguiendo la estela de municipios de la provincia, como Villacarrillo o Villardompardo, y lucieron balcones y altares en todas las calles del recorrido, con especial atención a la calle Campanas, donde las hermandades y algunos grupos parroquiales, instalaron por dos veces bellos altares. La tormenta de la tarde del sábado obligó a recoger cuando el trabajo ya estaba culminado y, lejos de desistir, se volvieron a montar a primera hora del domingo. A esto se sumó la dotación de sillas en Bernabé Soriano, pensadas especialmente para las personas mayores, o la sorprendente alfombra que adorna la plaza de Santa María.
Con un sol de justicia que hacía brillar más si cabe la custodia de plata del Santísimo, el Obispo procedía a la bendición con el Santísimo desde la fachada de la S. I. Catedral dando por culminada una mañana en la que Jesús volvió a pasear por las calles de una ciudad que, poco a poco, empieza a entender que de todas las procesiones, ésta es la más importante.
Fotografías: Diócesis de Jaén