En el silencio de la clausura, entre calles empedradas del antaño Jaén de hortelanos y campesinos, se pierde el cofrade cada Cuaresma en busca de la Piedad de Cristo. Allí, sobre el Altar efímero escoltado por Santo Domingo de Guzmán y Santa Catalina de Siena, se presenta a su pueblo Jesús de la Piedad, como lo hace cada Domingo de Ramos.
Este año, el Triduo en su Honor ha sido predicado por un padre dominico, Fray Luis Miguel García Palacios, quien condujo con mimo las oraciones de unos cofrades que ven en este Señor maniatado la fuerza de sus vidas. Tres días para descubrir en Él la verdadera Piedad. Una Piedad que es Amor profundo y transformador. Una Piedad que nos hace encontrarle vivo en la Eucaristía.
Fotografías: Manuel Quesada Titos