Ha costado más de lo que la gente pueda creer o pensar, pero por encima de todo y todos, María Stma. de la Amargura regresó a la que fue su primera casa en Jaén. Hace 25 años, la parroquia de San Miguel acogió su Bendición y ahora, cinco lustros después, los hermanos de El Salvador, algunos de ellos ni tan siquiera vivieron aquellos acontecimientos, han querido agradecer y rememorar aquel tiempo, tan complicado como el de ahora aunque por motivos distintos.
El traslado de la Amargura ha sido un traslado a la nostalgia de unos comienzos de ilusión desbordada, intacta a día de hoy. Por eso, cuando las puertas de El Salvador se abrieron para despedir a su Madre por más días de los esperados y deseados, más de una lágrima se derramó por las mejillas cofrades de sus fieles, que la acompañaron por un Jaén prenavideño poco acostumbrado a desfiles procesionales “fuera de temporada”.
La Reina de la Amargura lució esplendorosa, con un manto celeste y un encaje en plata, del agrado de quienes dejaron las compras para acercarse a verla desde la acera. Aunque si hubo un momento especial, ése tuvo lugar en el Complejo Hospitalario de Jaén. Allí, la Virgen de los Toreros dio esperanza a quienes luchan contra la enfermedad. Cercanía y oración por ellos, que por un momento tuvieron muy cerca a la Madre del Salvador.
A su llegada a la parroquia de San Miguel, el grupo parroquial de la Redención daba la bienvenida a los hermanos de la Amargura antes de descubrir un azulejo conmemorativo que recordará por siempre que la Amargura llegó a Jaén hace 25 años, y lo hizo para quedarse.