El inicio del curso cofrade llega cada año de la mano de la Divina Pastora, una de las Hermandades de Gloria más antiguas de la capital que el primer domingo de septiembre celebra su fiesta principal y su paseo por las calles de Jaén. Este año, el Triduo en Honor a la Divina Pastora, que fue oficiado por el Rvdo. Sr. D. Antonio José Morillo Torres, párroco de San Pedro Apóstol, de Castillo de Locubín, contó con una de las novedades, un altar de cultos diseñado por Francisco Jiménez Delgado y confeccionado al estilo clásico de los altares cofrades del siglo XIX. Un aperitivo para un domingo de verano que devolvió la Gloria a unas calles abandonadas por el calor de los meses estivales.
Con banderas al cielo inmaculado, amanecía el día de la Pastora. Tras la Fiesta Principal, el tradicional concurso de revoloteadores de banderas volvió a mostrar la destreza y fuerza de quienes levantan los paños en honor a la Madre de Dios con filigranas y vivas que emanan del alma. Vivas que se sucedieron a lo largo de toda la jornada, cuando la procesión asomó por la Basílica de San Ildefonso para iniciar el paseo de una Pastora que acoge en su redil a cofrades y devotos que regresan con ganas al nuevo curso.
Maestría costalera un año más de una cuadrilla que es puntera, no solo en las Glorias, y que este año contó con un capataz invitado de lujo. Mariano Falcón, capataz de la Exaltación de Sevilla, mandó y disfrutó, como hiciera hace unos años Antonio Santiago, capataz de la Macarena, de una tarde pastoreña a los sones de la Banda de la Sociedad Filarmónica de Jaén.
Tal vez se echó en falta más acompañamiento en las aceras en una primera parte del itinerario que encaminó a la comitiva a las calles Cerón y Maestra, donde desde la Peña Flamenca salieron cantos llovidos de los mismos balcones que se desgarran en la Madrugada. El paso ante la Catedral y el regreso a la Basílica Menor de San Ildefonso dejaron instantes para la intimidad y el disfrute de quienes desde la sencillez y la tradición, han sabido transmitir y sentir la devoción a la Pastora en una ciudad de pasado hortelano que aún en la actualidad, depende de la agricultura y la ganadería como fuentes prioritarias de su riqueza.
Por último, la Cofradía de la Divina Pastora celebró el pasado 9 de septiembre el 4º aniversario de la Beatificación de Fray Leopoldo de Alpandeire, con una Eucaristía en el Convento de las Bernardas con el que se puso el broche de oro a una larga semana de emociones y momentos para el recuerdo.