Con una mirada a la Encarnación de la Virgen María, como el inicio de las Glorias de María, comenzaba el pregón sencillo pero profundo, con más prosa que verso, de Cristóbal Liébanas Pegalajar, un rociero de larga trayectoria cofrade que ha sido el encargado de levantar el telón del Tiempo de Gloria. En un teatro Darymelia con medio aforo, Cristóbal Liébanas ha centrado su pregón en ensalzar la riqueza histórica, patrimonial y, sobre todo, devocional de las Hermandades de Gloria, Patronales y Sacramentales de la ciudad de Jaén.
Tras la actuación de la Banda de Música Blanco Nájera y la presentación del pregonero por parte de su antecesora en el atril, María Jesús Oya Amate, el pregonero ha evocado el impulso de la Fe tras la celebración de un Año de la Fe especial en nuestra diócesis, y la importancia de esa Fe popular que pasa de generación en generación. Además, ha insistido en la necesidad de vivir la Pasión y la Gloria, “sabemos sufrir con Cristo en sus penas y disfrutar con su Madre y con Él, de su Gloria. Solo nos cambiamos el caperuz por el traje de faralaes o de pastira, pero nuestra fe es la misma, y una u otra opción, nunca son ni excluyentes ni mejores”.
Después, con la paloma como símbolo bíblico del Espíritu, y de marcado carácter rociero, el pregonero ha recorrido la historia, las características y matices de las 13 hermandades de este tiempo de Gloria, con especial énfasis en la Cofradía del Rocío, de la que es hermano un pregonero que ha dedicado sus dos únicos poemas a las patronas de Jaén, la Virgen de la Capilla y Santa Catalina. Un repaso iniciado en enero con la Sacramental de San Ildefonso y concluido con el Adviento en el horizonte que se otea desde la Cruz del Castillo.
Fotografías: José Ibáñez