Y Lolo subió a los altares

Dicen que a ‘Lolo’ le gustaba la lluvia.
Y quizá fueran sus lágrimas las que cayeron sobre Linares desde la
mañana hasta bien entrada la noche. Lágrimas de emoción al contemplar a
su familia, a sus amigos, a peregrinos llegados de todas partes para
acompañarlo en su Beatificación.

Más de quince mil personas se congregaron ayer en el
Recinto Ferial de Linares para asistir a la ceremonia del nombramiento
de Manuel Lozano Garrido como nuevo Beato. Y aguantaron. El recinto
comenzó a llenarse a las seis de la tarde y, a excepción de unos veinte
minutos, al iniciarse la ceremonia, siguió lloviendo hasta su
finalización, pasadas las nueve y media de la noche.

En las primeras filas, ya están sentados, nerviosos y
emocionados, la familia y los amigos de ‘Lolo’. Sobrinos de sus cinco
hermanos fallecidos acompañan a las dos hermanas de Lolo. Su hermano,
Antonio, falleció el 26 de julio del pasado año. «¡Con las ganas que
tenía de estar aquí hoy», confiesa su hija, la niña crecida y que abraza
a ‘Lolo’ en una de sus más conocidas imágenes.
El Legado Papal hacía su aparición a la hora programada.
El Legado Papal hacía su aparición a la hora programada. Presidida por
el Arzobispo Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos,
Ángelo Amato, la ceremonia fue concelebrada por el Nuncio Apostólico en
España Monseñor Renzo Fratini, los cardenales Carlos Amigo y Rouco
Varela, el secretario del Pontificio Consejo para la Salud del Vaticano,
José Luis Redrado; y Justo Mullor, miembro de la Congregación para las
Causas de los Santos.

Estuvieron acompañados por los arzobispos de
Mérida-Badajoz, Santiago García Aracil; de Sevilla, Juan José Asenjo;
Juan del Río, Arzobispo Castrense; Antonio Montero, Arzobispo Emérito de
Badajoz y Monseñor Fidel Herráiz, Arzobispo auxiliar de Madrid. Y por
los obispos Monseñor Domenico Sigalini, de Acción Católica Italiana;
Juan Piris Frígola, de Lérida; Antonio Ceballos Atienza, de Cádiz;
Antonio Dorado Soto, Obispo Emérito de Málaga; Ciriaco Benavente Mateos,
de Albacete; Demetrio Fernández, de Córdoba; y Ramón del Hoyo López,
Obispo de la Diócesis de Jaén; y Rafael Higueras, postulador de la Causa
para la Beatificación de Manuel Lozano Garrido.
Tras los ritos iniciales, el Prefecto de la Congregación
para la Causa de los Santos, Ángelo Amato, iniciaba el acto penitencial
para «reconocer el bello testimonio de vida de Manuel Lozano Garrido,
‘Lolo’, en esta su ciudad natal, que hoy la Iglesia propone como modelo
de Santidad».

Rito de Beatificación.

La aproximación del Obispo de Jaén, Monseñor Ramón del
Hoyo, y el postulador de la Causa, Monseñor Rafael Higueras pidieron
«humildemente a Su Santidad el Papa Benedicto XVI que se digne inscribir
en el número de los Beatos al Venerable Siervo de Dios, Manuel Lozano
Garrido, por todos conocido como ‘Lolo’».

El cielo da un descanso a los presentes y hasta un tímido
rayo de sol aparece entre las grises nubes y por un momento parece que
la lluvia no va a deslucir la ceremonia.
Tras el relato de la biografía del Nuevo Beato, el
Arzobispo Ángelo Amato, dio lectura a la Carta Apostólica por la que Su
Santidad, el Papa Benedicto XVI «acoge el deseo de que ahora en adelante
Manuel Lozano Garrido sea llamado con el nombre de Beato y que su
fiesta pueda celebrarse anualmente el día 3 de noviembre, día de su
nacimiento para el cielo».

«Fiel cristiano laico, que ejerció infatigablemente el
apostolado, y asumió con ánimo sereno y alegre su parálisis y ceguera;
que, como escritor y periodista propagó las verdades evangélicas, y
sostuvo la fe de los demás con la oración, el amor a la Eucaristía y la
filial devoción hacia la Virgen María» son las razonas incluidas en la
Carta Apostólica por la que se reconoce la Beatificación de ‘Lolo’.

Tras su lectura, en latín y castellano, la imagen de
Manuel Lozano Garrido fue descubierta tras el altar, cientos de globos
blancos y azules dieron la señal a la ciudad, aplausos y el repique de
todas las campanas de Linares sonaron al unísono para celebrar y
agradecer la subida a los altares de un nuevo linarense y dar la
bienvenida a sus reliquias, portadas por una veintena de horquilleros de
la Hermandad de la Virgen de Linarejos.

Y fue justo al finalizar el rito de Beatificación cuando
la lluvia volvió a caer sobre Linares.
‘Yo sé que está vivo mi redentor’. Esta lectura del Libro
de Job fue la elegida para iniciar la liturgia, en la que participaron
familiares, amigos y periodistas de Lolo dando voz y canto, además, al
Salmo Responsorial y a la Carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas y la
Oración de los Fieles, que finalizó el celebrante para iniciarse la
eucaristía.

Decenas de párrocos llegados de todos los puntos de la
provincia dieron la Comunión a los miles de fieles que acudieron a la
ceremonia de Beatificación de Lolo.
Como podían, cobijados bajo paraguas sujetos por grupos
de voluntarios, recorrieron el recinto para dar el Cuerpo de Cristo a
quienes lo deseaban.

La lluvia aceleraba la liturgia. Apretaba. Corría el agua
y aún así, ni un alma se movía si no era para tomar la Comunión. Un
niño de ojos grandes y negros mira con sorpresa y curiosidad a través
del plástico que cubre su carrito, empujado por su madre, que se mezcla
con el agua, con bastones que ayudan a los mayores a llegar hasta el
Cuerpo de Cristo y miles de pies que esperan el final para escuchar el
Himno de Lolo.

La lluvia deslució la ceremonia. Impidió que las tres
corales pudieran acompañar al Nuevo Beato en su subida a los altares,
pero, aunque grabado, ‘Lolo’ lo escuchó: «Tú, santuario de paz y
alegría, bríndanos tu esperanza, tu entrega y fe. Lolo, tú, fiel amigo,
tu patrona te abraza y Linares te canta con el corazón. Fuiste altar,
templo vivo, eres luz y camino. Haz que el Mundo pueda ver que el dolor
se hizo alegría, en ti no tuvo el mal lugar».
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