José M. Anguita

Un Miércoles Santo en el otoño tosiriano

La Hermandad de la Oración en el Huerto de Torredonjimeno vivió lo que indudablemente podemos calificar de una noche histórica, con una procesión extraordinaria por su IV Centenario que quedará grabada en la retina y en el corazón de sus hermanos. El paso de misterio popularmente conocido como “El Huerto” desfiló por Torredonjimeno, en un recorrido inédito por calles de su feligresía que nunca antes habían visto el tránsito de una cofradía.

Pese a la inestabilidad climatológica que había tenido preocupados a los hermanos de la cofradía del Miércoles Santo durante los días previos, incluso durante el mismo día de ayer en que el agua hizo acto de presencia durante el medio día y la tarde, el tiempo dio una tregua en la noche. El cortejo, encabezado por su cruz de guía y faroles, pudo así salir a una plaza de San Pedro abarrotada de público que, como si de un Miércoles Santo se tratase, esperaba que el imponente misterio apareciera bajo el arco de medio punto de su iglesia. El cortejo se compuso de representaciones de todas las cofradías y hermandades de Torredonjimeno, así como los hermanos mayores y presidentes de las últimas décadas y, finalmente, la actual Junta de Gobierno de la Hermandad. El Señor de la Oración portaba para la ocasión túnica en color rojo vivo, bordada en aplicación, y su paso se componía de adorno floral colorido y vistoso, lejos del clavel que suele llevar en su estación de penitencia del Miércoles Santo. Tras el mismo, las bandas de cornetas y tambores de las Angustias de Porcuna y del Rosario de Linares pusieron sus sones a la cofradía en la calle, alternándose entre ambas a mitad el recorrido.

Durante las tres horas y media de procesión extraordinaria, el paso de misterio anduvo arropado de más o menos público durante prácticamente todo el recorrido, señalando algunos puntos en que se congregaron grandes cantidades de personas. Es el caso de una Calle Monjas Alta abarrotada de gente, en la que casi no se podía transitar; también, como no podía ser de otra manera, la estrecha y angosta calle Fuentecilla que conduce a su Casa de Hermandad, congregó a una gran cantidad de personas para ver su recogida.

Así pudo la cofradía culminar con total satisfacción una procesión extraordinaria que, tanto por el hecho de tener este paso de misterio en la calle como por la temperatura fresca que imperó toda la noche, casi parecía ser un Miércoles Santo en otoño.

Fotografías: José M. Anguita

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