Rosario en el raudal

No lleva la compañía del discípulo amado, ni tampoco le cubre el terciopelo rojo de su palio. A cambio, lleva consigo a sus costaleras, a su vera siempre que es Ella quien les pide un hombro. Seguramente no necesite más, ni menos. Porque cuando mayo encara sus últimas jornadas, en la tarde del viejo raudal…