César Carcelén

Lunes Santo: Pétalos de Amargura y ronda de tuna

El viejo y el nuevo Jaén se funden en un Lunes Santo que crece en madurez con el paso de los años. Cada hermandad con un estilo definido que contrasta en las calles y que gusta tanto, que ni un alfiler cabía en la zona de Carrera Oficial. Clasicismo y elegancia en una, barrio y bulla en la otra para tintar de fe un Lunes Santo de Estudiantes y Amargura.

Todo fue igual en la Plaza de la Merced cuando la cruz de guía del cortejo estudiantil se posó en el dintel de la puerta del templo mercedario. Una de las salidas más concurridas por aquello de la ronda que la tuna ofrece a Nuestra Señora de las Lágrimas. Antes, las cornetas de la Expiración adaptaron parte de la marcha “Al Cristo de los Estudiantes” y volvieron a hacer del Soberano de Santa Clara, el himno con el que el crucificado de las Misericordias se plantó en la plaza con los dos costeros a tierra por parejo. Estreno de costal bajo un Cristo del Bambú que caminó de frente con mayor paso que en años recientes, y que levantó a pulso una y otra vez. Muy acertado el repertorio de marchas clásicas que sonaron sin solución de continuidad en lugares emblemáticos del mejor itinerario de la Semana Santa de Jaén.

Larga fila de hermanos de luz y mantillas en la Hermandad de los Estudiantes que crece en este aspecto cada Lunes Santo, entre otras razones, por su recogida temprana en una noche que no requiere excesos. Filas que antecedían al palio de cajón de la Virgen de los Clavitos, Nuestra Señora de las Lágrimas, cuya experimentada cuadrilla meció en la ronda de la tuna, y que después, llevó con elegante andar a los sones de la Banda de Música de Lopera, formación que hizo sonar en Carrera Oficial un repertorio del Jaén de siempre, con marchas dedicadas a Imágenes de la capital o compuestas por Cebrián, como “Macarena”.

Antes, como el tranvía que nunca circuló por Jaén, la Cofradía de la Amargura enfiló el Paseo de la Estación para, sobre las vías, plantarse con maestría en una calle Bernabé Soriano que la esperaba. A diferencia de la mayoría de hermandades, la del Salvador se hace grande en Carrera Oficial y a la altura de Óptica Amate se sentía el nerviosismo ante la nube que iba a derramar pétalos a la Reina de la Amargura. Desde el mismo sitio, ‘El Toli de Linares’ rezó en forma de saeta a un Jesús de la Pasión Despojado que ha estrenado el tallado completo del canasto en un Misterio impresionante en envergadura y calidad. Con túnica blanca se plantó el Moreno caminando con mayor mesura que otras veces y a los sones de su banda.

Aunque las atenciones estaban centradas en un palio que lucía unos candelabros de cola que son pura poesía. A su paso volvieron las saetas y cayó esa tormenta de color y olor en forma de petalá inmortalizada en un techo de palio que cargó desde entonces con las gracias, plegarias y peticiones de sus cofrades.

El único problema, casi endémico en la Amargura, es la escasez de las filas de hermanos de luz en una cofradía con muchos y buenos costaleros y músicos. Lástima que los hermanos de la Amargura no vistan la túnica más bella de nuestra Semana Santa.

Lunes Santo:

Parte 1:

Parte 2:

Fotografías: César Carcelén

Todos los comentarios cerrados en la web.