Lunes Santo de Gracia y de costaleros

A punto estuvo la lluvia de deslucir el Lunes Santo
ubetense y casi pasó por agua tanto la estación de penitencia de la
Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestra Señora de Gracia, como una
de las novedades de la Semana Santa de Úbeda de este año: la primera
salida procesional de la Hermandad de Costaleros del Santísimo Cristo de
la Pasión. Afortunadamente, a las nueve y media, hora en la que estaba
prevista la apertura de Santa María para la salida de la Virgen de
Gracia, el riesgo de lluvia era asumible. Así, la hermandad volvió a
teñir de azul la noche del Lunes Santo, como viene haciéndolo desde hace
26 años. Y nuevamente congregó a una multitud de personas en la
monumental plaza Vázquez de Molina.

Fuera del templo, el guión de penitentes y la Agrupación
Musical Nuestra Señora de Gracia se preparaban para recibir un año más a
su Virgen. Y dentro, los costaleros tomaban posiciones, entre abrazos y
gestos de ánimo.

El bullicio dejó paso al silencio en el momento en que se
abrieron las puertas. Y la Virgen de Gracia, obra de Ramón Cuadra,
asomó poco a poco, paso a paso. Cruzó el umbral con un alarde de
esfuerzo por parte de los costaleros, que deben cargar a media altura. Y
una vez que todo el paso estaba fuera, llegó el grito de «al cielo con
ella», mezclándose entonces las notas de la marcha compuesta por el
maestro Herrera Moya con el jaleo y los aplausos de la gente.
Posteriormente, todo transcurrió con normalidad. Y en la recta final, de
nuevo las multitudes arroparon a Nuestra Señora de Gracia,
concretamente en el entorno de la Puerta de Granada, que es otro de los
puntos clave y de mayor belleza estética.

Con la Virgen de Gracia en la calle, a las diez y media y
desde el Real Monasterio de Santa Clara, realizó su primera salida
procesional la Hermandad de Costaleros. El cortejo estuvo identificado
por la sobriedad, la sencillez y el silencio. Los elementos que lo
identificaron fueron la forja y el barro, ya que los atributos y enseres
que portaron los hermanos han salido de los talleres de forja y de los
alfares de la ciudad.

El desfile fue precedido de una cruz de guía y dos
ciriales tras los cuales procesionó el Cristo de la Pasión (obra en
barro cocido realizada en la alfarería de Paco y Pablo “Tito”)
acompañado por un grupo de cámara y los hermanos de la cofradía. Éstos
estrenaron el traje de estatutos compuesto de túnica negra ceñida con
una faja de costalero y una capucha en terciopelo morado, portando como
elemento de luz una tulipa de barro sobre varal de madera. El Cristo fue
llevado sobre parihuela por 20 costaleros.

Durante la estación penitencial se escucharon los cinco
misterios dolorosos del Rosario que fueron acompañados, cada uno, con
una actuación musical. Intervinieron un barítono, una pianista y un
flautista. El recorrido se realizó por las callejuelas empedradas del
barrio de Santo Domingo, lo que invitó al recogimiento. La hermandad,
que en este 2010 ha celebrado su 25 aniversario fundacional, vio así
realizado su proyecto tras muchos años de esfuerzo e ilusión.
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