Manuel J. Quesada Titos

La Virgen vuelve a pasear por Jaén

Este año, la presencia de la Patrona de Jaén sonó primero a los pies de la Catedral. Allí, se congregaban más de 200 músicos de una treintena de formaciones musicales participantes en la Jornada de Puertas Abiertas de Jesús Despojado. Desde el mismo lugar al que más tarde llegaría la Virgen, comenzaba un pasacalles impresionante hasta la Basílica Menor de San Ildefonso, donde con puntualidad se abrían las puertas para dar comienzo al cortejo a la Magna Procesión.

El conopeo o pabellón basilical abría el largo cortejo compuesto por cofradías, de pasión y gloria, autoridades civiles, militares y eclesiásticas, así como, de hermanos vestidos de pastiras o chirris, y mantillas de color blanco. A la salida de la Señora, una petalada cayó sobre ella, gesto promovido por la Pro-hermandad de la Redención, al igual que el engalanamiento de las calles cercanas a la Basílica. Del mismo modo, tendría lugar otra petalada, ya tradicional, a la altura de óptica “Amate” en Bernabé Soriano.

Uno de los enclaves principales del recorrido es su paso por la calle Reja de la Capilla, tanto por el simbolismo del lugar, como por la dimensión estética del entorno. Si a esto le añadidos el rezo de la Salve y la oración cantada por el coro de la Estrella, se convierte en unos de esos momentos donde Jaén es capaz de embelesar a propios y extraños. Allí se detuvo el tiempo.

Jaén se volcó con su Patrona y llenó cada calle, cada plaza y cada rincón para vivir en primera persona el paseo de la Madre de Dios, como hiciera allá por 1430. Entonces el cortejo fue mucho más corto. El de este año quedará en la memoria por el colorido, dimensión y calidad de una formación musical multibanda que anunciaba algo grande. Que María, la que vino a socorrer a nuestro mayores, sigue ahora y siempre con nosotros.

Fotografías: Manuel J. Quesada Titos

Todos los comentarios cerrados en la web.