La lluvia empaña el Lunes de Oración

La tarde de Lunes Santo se presentaba difícil para la
Hermandad de Nuestro Padre Jesús en la Oración en el Huerto y Nuestra
Santísima Madres y Señora de Gracia. La devoción y la fe se mezclaban
desde primera hora con el nerviosismo y la angustia de los cientos de
hermanos que se concentraban en la Iglesia de Santa María la Mayor. Los
peores pronósticos hacían acto de presencia poco después de las cuatro
de la tarde, tan sólo una hora antes de que la Oración iniciara su
estación de penitencia.

Con las primeras oraciones en el templo comenzaron las
lágrimas entre los allí presentes que, angustiados, recibían malas
noticias desde Córdoba: seguía lloviendo y no parecía escampar. Pese a
todo, la junta directiva se mostró optimista y decidieron esperar una
hora para decidir, definitivamente si procesionar a sus imágenes
titulares o no. «No podemos hacer nada contra esto, sólo nos queda
esperar aunque de momento nos advierten que en Córdoba también está
lloviendo», comentaba María José Carrasco, la hermana mayor de la
Oración, que nerviosa se enfrentaba a su primera Semana Santa en el
cargo.

Poco a poco, el sol comenzó a hacer acto de presencia
dentro del templo a través de sus grandes cristaleras lo que hizo
imposible apagar el ánimo de los cientos de niños que esperaban las
buenas noticias para acompañar a las imágenes titulares en su estación
de penitencia. Poco antes de las seis y cuarto de la tarde, y tras algo
más de media hora de reunión entre la junta directiva y los capataces,
el secretario de la Hermandad daba la buena noticia: la Oración sale.

Sale la Oración

El nerviosismo ante el mal tiempo dio lugar al
nerviosismo de los preparativos, en menos de quince minutos la Cruz de
Guía haría su aparición en la lonja de Santa María para iniciar una
estación de penitencia que, obligatoriamente, tuvo que ser recortada.
Así, se esperaba llegar desde la Plaza del Ayuntamiento hasta la calle
Riscos a través del Pasaje del Comercio y Calle Canalejas, para pasar
por Carrera Oficial a la hora establecida.

Era el momento de mostrar la grandeza de la obra de
Eduardo Espinosa y Manuel Marín en el Paso de Misterio, y del artista
Juan Martínez en la Virgen de Gracia. Con un paso totalmente remodelado
para ampliar los respiraderos, la figura de Jesús orante salía puntual
ante la mirada de cientos de linarenses congregados desde hacía más de
una hora a las puertas de Santa María. Con los primeros rayos de sol que
se abrían hueco entre las nubes, el Paso de Misterio iniciaba su
recorrido con el esfuerzo de decenas de costaleros.

Poco después hacía lo propio Nuestra Señora de Gracia
bajo el mando de un nuevo capataz, José María Ocaña, que poco a poco
guiaba a sus costaleros para salir del templo. Un paso que, este año,
estrenaba una parihuela de acero y titanio, facilitando la labor de los
costaleros al dotarlo de una mayor ligereza.

Sin embargo, poco duró la alegría de los más de 400
hermanos que realizaban la estación de penitencia. Con la Cruz de Guía a
la altura del Pasaje del Comercio, y la virgen sin haber abandonado la
entrada de la Santa María, caían las primeras gotas de lluvia, lo que
obligaba a regresar rápidamente al templo desde la plaza de Ramón y
Cajal, donde se encontraba el paso de Misterio. La tradicional rama de
olivo “conseguida” por un hermano de la cofradía no ha dado resultado
este año, pues existe la creencia que siempre que se ha seguido dicha
tradición el tiempo ha acompañado a la Oración en el Huerto.

No pudo ser. Las lágrimas volvieron a hacer acto de
presencia en un Lunes Santo donde el destino se empecinó en teñir la
tarde de gris tras una mañana nubosa y amenazante de lluvia. Hacía tres
años que la Oración no se veía obligada a regresar al templo, pero no
hubo suerte en esta ocasión.
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