Diócesis de Jaén

La Catedral de Jaén celebra la Asunción al cielo de María

La Iglesia católica celebra, cada 15 de agosto, que María fue llevada al cielo en cuerpo y alma. Cumpliendo con la tradición, un numeroso grupo de jiennenses se han dado cita en la Catedral, dedicada a la Asunción de María, para celebrar la solemne Eucaristía. Una convocatoria marcada por las medidas de seguridad frente a la Covid -19 que ha impedido la magna procesión claustral de la Virgen de la Antigua por las naves del templo. Sí que presidía la talla mariana del S.XIII el presbiterio, en un altar creado para la ocasión y en el que también se ha ubicado el Santo Rostro.

El Obispo de Jaén, Don Amadeo Rodríguez Magro, ha presidio la Santa Misa, que han concelebrado el Vicario General y Deán de la Catedral, D. Francisco Juan Martínez Rojas; el canónigo guardián del Santo Rostro, D. José López Chica y el canónigo, D. Manuel Bueno Ortega. La celebración ha estado solemnizada por las notas del órgano y los cantos del pueblo fiel. Las lecturas han sido participadas por miembros de la Cofradía de la Buena Muerte y el Evangelio de San Lucas proclamado por el Deán de la Catedral.

Homilía
El Obispo diocesano ha comenzado su homilía diciendo que hoy “es un día feliz para el pueblo cristiano porque recordamos la Asunción de María. En este día nos ponemos en manos de Dios para rememorar, como dice el Apocalipsis, la figura portentosa vestida de sol, a María, que la sitúa en toda la historia de la salvación. Al contemplar a María contemplamos nuestra propia historia”, ha aseverado el Prelado jiennense. “En el misterio de María- ha explicado Don Amadeo- nosotros participamos de su gracia, de su misma suerte, de su mismo porvenir, participamos del futuro que nos ofrece”. En este sentido, ha seguido predicando que “todos participamos de la resurrección de Cristo, esa es nuestra gran verdad”.

En referencia, al canto del Magníficat del Evangelio de hoy, el Obispo ha afirmado, “María, en este canto de alabanza agradece a Dios y piensa en todos, de manera especial, en los más humildes y a todos nos asocia con el misterio de la redención de Dios al género humano”.

Para concluir, el Obispo ha afirmado que “María está en el cielo, en cuerpo y alma para hacernos partícipes de la gloria de Dios, como la gran intercesora que es, y Ella nos sigue visitando como gracia de su Hijo y como gracia del amor de Dios”. Por último ha pedido a la Madre de Dios que acoja bajo su manto a los recién nacidos y a los niños que iban a ser presentados ante la Virgen de la Antigua, a la vez que ha pedido a Dios que bendiga a todas las familias y las proteja.

Después han subido hasta el presbiterio las familias con sus bebés y niños pequeños, quienes han postrado flores a los pies de María, y para los que el Obispo ha rezado una oración inspirada en la plegaria mariana más antigua que se recuerda.

Al finalizar la Eucaristía, y después de la bendición solemne, en la que se ha concedido la indulgencia plenaria a los fieles que hubieran confesado, comulgado y que pidan por las intenciones del Papa, el Obispo ha subido hasta los balcones de la Catedral para impartir la bendición secular con el Santo Rostro. En este momento, el Prelado ha querido tener presente a los fallecidos a causa del Coronavirus, a los enfermos y a sus familias.

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